martes, 8 de diciembre de 2009

Del cáncer ocupacional, al cáncer por exposición industrial y ambiental.

La incidencia del cáncer, en general, ha aumentado durante las últimas décadas. El envejecimiento de la población y las campañas de detección precoz, han colaborado sólo parcialmente en este aumento. Además, la incidencia de factores carcinógenos conocidos como el alcohol y el tabaco, ha disminuido. La hipótesis más probable es que el aumento en la incidencia del cáncer sea consecuencia de la acumulación de agentes ambientales distorsionadores del ciclo celular, en gran medida de origen industrial.

El conocimiento del cáncer progresa a partir de la observación y la experimentación. El experimento espontáneo que ha supuesto el tabaquismo, gracias a su elevada magnitud social, nos ha proporcionado una información crucial para el estudio del cáncer. Lamentablemente el trabajador que se expone a carcinógenos laborales, no goza de la libertad de elección del individuo que decide hacerse fumador, y también constituye una rica fuente de información para el estudio del cáncer. La exposición ocupacional constituye un primer nivel de riesgo. Es el mejor controlado y por ello los agentes carcinógenos de origen laboral han sido los primeros en identificarse.

Un segundo nivel de riesgo lo constituye la exposición de la población residente en la vecindad inmediata a los focos de emisión industrial. En este sentido ha sido crucial la información proporcionada por el EPER (European Pollutant Emission Register), y recogida tanto por el Estado Español como por alguna de sus CCAA, siendo de destacar la labor realizada en el País Vasco.

La información proporcionada por el EPER (European Pollutant Emission Register), ha servido de base para desarrollar toda una línea de investigación en epidemiología espacial, que pasa desde una detallada descripción de la polución industrial en España, hasta el desarrollo de modelos estadísticos que superan la denominada "falacia ecológica" de antiguos estudios geográficos y de correlación en el ámbito de la epidemiología espacial del cáncer.

El tercer nivel de riesgo corresponde a la exposición puramente ambiental sin una relación geográfica con el foco emisor del agente carcinógeno (las más de las veces de origen industrial), en virtud de la extraordinaria ubicación del mismo. Uno de los ejemplos más llamativos es la acumulación en el medio ambiente de los denominados "disruptores endocrinos", moléculas sintéticas capaces de activar receptores celulares e inducir una respuesta proliferativa que puede escapar al control del ciclo celular.

El descenso en la edad de presentación del cáncer de mama en la mujer no puede ser explicado por las campañas de detección precoz y cada vez son más las evidencias que lo vinculan con estos agentes ambientales denominados disruptores endocrinos. Resulta escalofriante el blog de Hannah, la niña americana de 10 años que relata su lucha contra el cáncer de mama que había invadido ya el primero de sus ganglios linfáticos, el denominado ganglio centinela. Los "disruptores endocrinos" son también agentes originados en entornos laborales y se han confeccionado matrices de exposición ocupacional con las que se ha comprobado la influencia del trabajo de la madre en determinadas alteraciones del desarrollo de sus hijos. El impacto de los disruptores endocrinos va más allá de los aspectos relacionados con la salud humana, habiéndose relacionado con el declive de las poblaciones salvajes de anfibios.

Estos días se está celebrando en Copenhague la cumbre internacional de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15). El cambio climático no deja de ser un marcador de la influencia nociva de la especie humana en el deterioro progresivo de nuestro medio ambiente. La epidemología del cáncer pasa obligadamente por el control de la exposición ambiental, ya que incluso los polimorfismos de riesgo mediados genéticamente, son modulados por cambios epigenéticos vinculados a factores ambientales. Lamentablemente nuestra capacidad para contaminar el entorno supera con creces la del control de sus consecuencias. El planeta que nos aloja está pagando el tributo del crecimiento exponencial de nuestra especie, que hasta ahora se ha comportado como un auténtico "primate maligno".

Según Naomi Klein es nuestra última oportunidad para salvar el planeta y desde Klimaforum09 está proponiendo en la actual cumbre de Copenhague incluso la desobediencia civil, como recoge la ONG americana Common Dreams, para combatir la complicidad de los gobiernos de paises ricos, en la falta de acuerdo para la adopción de medidas de control que frenen el progresivo deterioro de nuestro medio ambiente. El compromiso de la comunidad científica debería ser mayor en esta lucha. Sobre nuestras espaldas recae la responsabilidad de difundir el conocimiento científico existente para cada uno de los 3 niveles de riesgo aqui señalados.

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